domingo, 4 de julio de 2021

 

Reseña
LA JAULA DE “LAS PERICAS”


La compañía teatral Havanafama reestrenó Las pericas (1961), obra del dramaturgo cubano Nicolás Dorr. De este modo, el director Juan Roca regresó a un texto que ya había versionado desde la apropiación; es decir, exploró la riqueza dramática del original interpretando sus materiales, hurgando en su entraña espectacular. Las sugerencias de la pieza de Dorr se transformaron en una farsa trágico-carnavalesca en las manos de Roca, en tanto el texto escrito es un pretexto, y la puesta en escena deviene texto definitivo como texto espectacular y, por supuesto, cultural. Con plena conciencia de ello, la propuesta de Havanafama no repite las ideas escénicas de los montajes anteriores, sino reconsidera las textualidades desde una perspectiva madura al fragor de los detalles. La construcción escénica del 2021 quizá supera a las de 1998, 2014 y 2016 en cuanto a las sutilezas compositivas, la urdimbre coreográfica, el registro de soluciones escénicas y recursos que impiden confundir el reestreno con una reposición.


                         


             

     

Las pericas del presente año es un performance tan ideológico como sensorial. Su plasticidad, el movimiento escénico en un espacio mínimo, las máscaras en el diseño del maquillaje, y el espesor del discurso sonoro articularon un relato bien contado a través de una red de alambre ubicada en toda la boca del escenario. La evocación de una jaula respecto al espectáculo, o de una cerca respecto a los espectadores, podría ser la principal novedad de este montaje que plantea una lectura sociológica. La ficción en torno a unas aves enloquecidas coloca a los espectadores frente a un zoológico íntimo, con animales a ambos lados, sin saber quiénes son los observadores y quiénes los observados. Tras tantos meses pandémicos, sometidos al uso obligatorio de máscaras, encierros prolongados y la distancia forzosa entre personas, la idea de una jaula nos devuelve las tensiones del peligro, las sensaciones de exclusión, extrañamiento e incertidumbre, alienta los pensamientos sobre la precariedad del cuerpo, la libertad o el deseo.


 

Una historia de perversión y venganza involucra a cuatro hermanas "dotadas" de una maldad minuciosa, ordinaria, enmarcada en la estética kitsch de la espectacularidad. El montaje, compuesto con ironía, humor y hasta desparpajo, fluye mediante una cadena de técnicas que se amalgaman en lo que parece un recorrido inesperado por el acervo teatral europeo. Visto así, el arte del director combinó el teatro dramático, la zarzuela, el circo, el vodevil, la parodia, la ópera, los esperpentos, el happening, la danza-teatro, a través de la sucesión de imágenes y atmósferas. Pero su arte también consistió en dirigir a los actores de un modo que recuerda la “Supermarioneta” del director y reformador inglés Edward Gordon Craig, al ver en el histrión a un super elemento escénico con las habilidades del humano y la eficacia del muñeco. Esto debió plantear un considerable desafío para los actores Renato Campilongo, Eslover Sánchez, Rafael Farello y Rei Prado, quienes evocaron extraños maniquíes, caricaturas grotescas travestidas con trajes plásticos, figuras “perorantes”, zoomórficas, pájaros monstruosos, enjaulados por sus frustraciones, la sordidez moral, sus ensoñaciones.



Havanafama ha revisitado obras de su repertorio en varias ocasiones usando una operación dramática de remozamiento y actualización que ha caracterizado a muchos descendientes del “teatro de grupo” al estilo de la Commedia dell’arte. Dicha revisitación del espectáculo-como-texto produjo en Las pericas el eclecticismo estético y técnico antes mencionado. Pero en estos momentos la compañía emplea otra operación dramática más conocida debido a las sagas cinematográficas: la continuación seriada de espectáculos, que, desde el siglo XIX, dominó los teatros comerciales y las novelas por entrega. Havanafama aprovecha este recurso en su reciente estreno, Las chicas de Copacabana 2, también basado en una obra escrita por Roberto Antínoo.